Llueve en Lisboa ¿Siempre llueve en Lisboa? “¿Y por qué
pensás que las casas tienen azulejos por fuera”?, me dice una compatriota que
lleva años viviendo en la capital lusitana.
El caso es que llueve, de mañana, de tarde, incluso de
madrugada llueve. La gente silenciosa, casi oscura, con sus pilotos bajo el
cielo en lágrimas. Unos días más y me doy cuenta de que el sol le da otra luz a
Lisboa y brotan paredes y tejados, como la poesía de Pessoa en los mercadillos
de libros usados. Le salen ramitas verdes a las viviendas. Pero pronto regresa
la lluvia, arreciando las calles y uno se va acostumbrando a los vidrios
empañados de los viejos tranvías que le dan el color y el sonido a esta ciudad
que, a pesar de todo, sigue allí con esa dulce melancolía con la que me despide
desde el castillo de Saô Jorge, abriendo un poquito sus nubarrones, para
esbozar una sonrisa de sol en honor a mi partida.
Los "elétricos" que surcan la ciudad, subiendo y bajando por los antiguos fierros de Lisboa (foto del autor).